martes, 14 de enero de 2020

A little bird I am / Un pajarillo soy Louisa May Alcott (1832-1888) MCV

Fotografía © Martha Celis. 2019

A little bird I am
Louisa May Alcott (1832-1888)

A little bird I am,
Shut from the fields of air,
And in my cage I sit and sing
To Him who placed me there:
Well pleased a prisoner to be,
Because, my God, it pleases Thee!

Naught have I else to do;
I sing the whole day long;
And He whom most I love to please
Doth listen to my song,
He caught and bound my wandering wing,
But still He bends to hear me sing.

"A Little Bird I Am", de Jack and Jill: A Village Story. Louisa May Alcott. Boston: Roberts Brothers, 1891.

Un pajarillo soy
Louisa May Alcott (1832-1888), trad. Martha Celis (1972-?), 2020.

Un pajarillo soy
[continuará]

jueves, 2 de mayo de 2019

9 junio 2018 Reflexiones sobre traducción, Susan Bassnett Carmen Alejandra González Velázquez


9 junio 2018
Reflexiones sobre traducción, Susan Bassnett
PRESENTACIÓN

Carmen Alejandra González Velázquez


Buenas tardes. Bienvenidos todos: colegas, amigos, invitados e interesados.

El día de hoy nos reunimos en torno al fruto de un trabajo colaborativo que ha sido abrazado por los 39 involucrados de diferentes procedencias y en diversas latitudes. Esperamos ustedes lo permitan germinar mediante su lectura y consulta.
Cuando nuestra querida Martha Celis me invitó a participar en esta experiencia, la idea fue un detonante perfecto para retomar un tema de mi interés y para pensar en poder transmitir en español las palabras de Susan Bassnett, teórica reconocida en el ámbito. Esa chispa incipiente nos tiene ahora aquí reunidos y espero que, como a continuación explicaré, mantenga la llama de la traducción siempre viva.
La traducción es ubicua. Sí, la podemos encontrar en todo lugar y en constante movimiento. En este caso, imaginemos, por ejemplo, la redacción de un periódico; el ritmo acelerado de los medios donde las fronteras entre edición, traducción y reportaje se difuminan para poder conseguir productos oportunos. En una pantalla titilante, se desprende el hilo de noticias rodeado de parámetros y líneas editoriales que se confunden entre culturas, estereotipos y lenguas.
Ahora, enmarquemos esta escena en un triángulo: el triángulo de la combustión. En condiciones clásicas, en el centro de esta figura triangular se encontraría el fuego que debe mantenerse vivo; en el lado derecho, el oxígeno; en el izquierdo, el combustible y, en su base, el calor. Si lo retomamos para nuestro proyecto y en específico, para el capítulo en el que se me permitió colaborar, en su centro, se encuentra esa llama ardiente que es el problema del que, entre otros asuntos, las Reflexiones sobre traducción de Bassnett nos remiten: ¿cuál es la trascendencia del discurso fehaciente de una figura mediática y política?, ¿cómo la construimos a partir de las estrategias de traducción que se emplean?, ¿nos figuramos a un tirano, a una víctima o a un conciliador? Y ¿cómo difieren los términos, los enfoques y la visibilidad del traductor dependiendo del diario?
Aquí tenemos como núcleo el problema de investigación, la manera en la que la prensa brindó información sobre el juicio de Saddam Hussein al inglés en dos diarios de líneas editoriales distintas, siendo el capítulo 33 del libro que hoy presentamos. Como factores inflamables, se encuentran, por un lado, la norma que dicta la manera en que el contenido se adapta y moldea a la cultura de llegada, es decir, el proceso de aculturación. Por el otro, contamos con la línea dominante, el agente que determina de qué manera llega y se transmite la nota, la entrevista o el contenido, en qué lengua y para qué lector meta. Finalmente en la base, el impacto de la estrategia elegida, que tiene lugar en la incandescencia de la traducción misma.
Y antes de que sigamos en esta cálida explicación, bien cabría considerar si realmente a esta labor se le considera traducción en los diarios. Por ser la autora de nuestro proyecto, retomaremos a Bassnett en compañía de Esperança Bielsa, quienes nos dicen que hay que tener en mente un paradigma diferente para definir lo que sucede en prensa, puesto que no sólo se trata de una transferencia interlingüística entre el texto A y B sino que el traductor, en caso de autodefinirse de esta manera, se enfrenta a una reescritura y síntesis radical del texto fuente para adaptarlo a un conjunto de expectativas completamente diferentes de la audiencia receptora, por lo que en gran manera la figura de la traducción permanece viva entre las brasas de la labor periodística.
Ahora bien, en la combustión en la que nos encontramos, el fuego se encuentra doblemente atizado en las páginas que ven la luz en nuestra lengua con este libro. No sólo se trata de lo que ya se ha discutido y argumentado en cuanto a una serie de temas concienzudamente analizados por la autora, se presenta también un metadiscurso donde nosotros, los involucrados, traducimos sobre traducción. En este contexto, el reto consistió en mantener en gran parte, al menos en este leño con el que colaboré, esa distinción entre las diferentes fuentes y la pregunta continua de qué es una versión auténtica en prensa.
 ¿Cómo ediciones tan disímiles refieren a la misma persona y al mismo momento de enunciación? Tal como lo explica Basnett, en términos de información, la estructura de las intervenciones y el tono llegan a configurar a un Saddam beligerante y agresivo en el primer diario, a diferencia de un juez que está en control de la situación, en el segundo. El resultado, ahumado bajo las llamas de la aculturación, crea una percepción desequilibrada de aquellos considerados como enemigos del Occidente en una lengua que difunde al mundo los acontecimientos de culturas distantes.
En esos momentos, las decisiones pudieran no ser tan inocentes donde el texto fuente, cuya autenticidad queda en duda, brinda fragmentos traducidos que se difuminan en la humareda de las intervenciones del periodista, del transcriptor, del traductor y de la confianza en lo que se transmite. Por ello, presentar elementos como la agramaticalidad en la traducción, debido a versiones demasiado literales o cuya sintaxis no se apega a la lengua receptora, reflejan como el paso de una lengua a otra puede presentar flamas menos profusas que al final se integran al calor de la prensa.
            En este fuego vivo, cuando toca retomar un texto para traducirlo a otra lengua, como fue este caso, pudiera ser que la calma no sea lo primero que se nos ocurra. Nos damos cuenta de la magnitud e importancia que las palabras de Bassnett tienen para todos, palabras que invito a su lectura en las voces de los participantes de esta labor grupal. Entonces, ante ese panorama, puede que el incendio nos haga su presa y, ya sea que demos vueltas ante él o recurramos a los bomberos lingüísticos, requerimos de la experiencia y conocimiento del tema para contar con los recursos idóneos con la finalidad de extinguir la llamarada y controlar una combustión deseable, un fuego casi olímpico que inicie más proyectos como el que hoy ponemos en sus manos.
Así que, permitamos que la calidez de estas traducciones nos abracen y que detonen nuestro interés por novedosos estudios, mayores oportunidades y talentosos equipos como el que hoy enciende ante ustedes el fuego de su trabajo colaborativo. Gracias a quien inicio el triángulo de esta combustión, Martha; a los colegas, la editorial que nos alberga y el apoyo otorgado por ser el oxígeno que ha mantenido vivo el proyecto; al calor del recibimiento de todos ustedes y al combustible de nuestras próximas participaciones, esperamos, para mantener la llama de la traducción siempre viva.
 Buenas tardes y buena lectura.

  
Carmen Alejandra González Velázquez

Presentación Reflexiones sobre traducción de Susan Bassnett. Emma Sentíes Miranda


Presentación Reflexiones sobre traducción de Susan Bassnett.
Emma Sentíes Miranda

Hola, buenas tardes a todos. Estoy muy emocionada por la presentación de este trabajo, honrada por la invitación de Martha, quien es, además de una amiga muy querida, una colega muy admirada; también estoy nerviosa de estar frente a todos ustedes hablando esta tarde y, al mismo tiempo, muy agradecida porque se hayan tomado el tiempo para venir a compartir con nosotros el regocijo del nacimiento de este chamaco.

Permítanme platicarles que me he dedicado a traducir desde mediados de la licenciatura en el 2005, primero de manera más de tipo voluntariado, trabajo casi gratis, gratis, de estas prácticas que muchos hemos experimentado alguna vez del tipo ¡por favor déjenme traducir! Y de manera mucho más formal a partir de que terminé la maestría en el 2012, ya como mi principal actividad económica.

En este tiempo me ha tocado vivir distintas maneras de trabajar y abordar los proyectos de traducción. Esta tarde me gustaría referirme concretamente al trabajo colaborativo y al mismo tiempo contrastar las experiencia en el ámbito profesional más “de a pie”, como a veces solemos llamar a la actividad de traducir fuera del cobijo académico, entre caníbales empresariales, con fines más económicos que espirituales, quisiera comparar aquella experiencia con la de este proyecto, que para mí, y supongo que también para muchos de los colegas que en él participan, resulta un remanso casi embriagante que me permite volver a las delicias de las reflexiones  más académicas.

 Dentro de la vida profesional del traductor de a pie, como les decía, hay distintas maneras en que se puede vivir la colaboración a la hora traducir.

Primero está la división de funciones dentro del proyecto amplio de traducción que abarca más que el proceso propiamente de traducción. Estas van desde la atención al cliente (ya sea que éste te busque o que tú ofrezcas servicios), pasa por la cotización, la asignación del proyecto a los traductores/editores/diseñadores/terminólogos/revisores según corresponda, hasta los temas de cobranza, facturación y pago de impuestos.

Pero no es en este tipo de división y colaboración que quisiera detenerme. Aunque resulta imprescindible tener un buen equipo en cada una de estas etapas para que un proyecto llegue a buen término, no es ahí donde encuentro interesante hacer el contraste, pues, aun cuando el proceso no es exactamente el mismo, este libro habrá pasado más o menos por etapas equivalentes.

El tipo de colaboración al que me gustaría referirme es la que se presenta en la etapa pura de traducción. Particularmente cuando el texto se divide entre varios traductores. Generalmente, cuando esto sucede en el mundo del traductor de a pie, se trata de textos que deben entregarse en un tiempo demasiado corto para su extensión.  Algunas ocasiones pueden ser documentos pequeños relacionados entre sí. Digamos facturas de una naviera o documentos relacionados con una demanda. En otras ocasiones pueden ser archivos muy extensos dividido o no en capítulos o secciones, por ejemplo, ensayos clínicos. La mayoría de las veces el tiempo de entrega tiene poco margen de negociación.

En estas circunstancias, la agencia de traducción se da a la tarea de negociar las condiciones del trabajo. Casi siempre, la inclinación natural del traductor es sacar de apuros al cliente. Así que el director del proyecto  le explica  que, dada la velocidad que requiere la traducción, en el proyecto deberán participar varios traductores y esto ocasionará sobre todo falta de consistencia en la traducción o heterogeneidad discursividad (este último término no crean que se usa con los clientes, este se los digo aquí porque estamos entre amigos y colegas). Esta falta de consistencia, evidentemente lo presenta como una desventaja.

Y aquí radica lo que me parece más importante destacar de este proyecto con Martha y Bonilla Artigas Editores. La heterogeneidad discursiva en este caso me parece de las aportaciones más valiosas que podemos encontrar en este libro. Susan Bassnet es una académica consolidada, con experiencias de vida muy particulares y sobre todo diversas, que ha entrado en contacto íntimamente con varias culturas, pues ha vivido en distintos países en alguna etapa de su vido. Todo esto significa que hay tanta diversidad en el discurso como numerosos son los artículos que ha escrito y los que aquí se traducen. La selección de colaboradores que ha hecho Martha, como ocurre siempre en los proyectos que ella emprende, ha sido un trabajo verdaderamente fino. Los artículos que asignó a los traductores coinciden con sus antecedentes profesionales, académicos, vocaciones e inclinaciones personales. Yo, por ejemplo, traduje un artículo sobre nombres geográficos, su traducción y las implicaciones políticas, culturales, comerciales de la misma. Es un texto breve con varios ejemplos, ameno, que puede leer tanto un especialista de la traducción como algún curioso del tema sin pretensiones académicas. Resulta que mi tema de tesis es éste mismo. Incluso algunos de los ejemplos que desarrollé en mi tesis se presentan en este artículo. No lo conocía antes de que Martha me lo mostrará a pesar de que leí una buena cantidad de artículos sobre traducción de nombres y de que cito a Bassnet en el aparato teórico de mi trabajo. Mientras traducía me impactaron las coincidencias que había en afirmaciones y ejemplos . Era como si viera parte de mi tesis en este artículo. La sensación se parece a cuando te encuentras con alguien que te gusta y descubres que tienen algunos gustos en común y visitaron los mismos lugares. Así fue.

André Lefevere, otro teórico consolidado de traducción con el que Bassnet ha trabajado de cerca y a quien menciona en la introducción de este libro, tiene una metáfora que me gusta mucho compartir en los talleres de traducción que dirijo (y honestamente cada vez que encuentro la oportunidad de hacerlo). Cuando lo leí, para mí fue iluminador y tengo la esperanza que para otros también lo sea. En el contexto de los argumentos en contra de la traducción descrita como una pérdida necesaria, Lefevere reivindica el papel de la traducción y explica, más o menos así: El fenómeno de la traducción es como el del arcoiris. La luz en este caso sería el texto original, el proceso de traducción es el prisma por el que pasa esta luz, y las traducciones que resultan, las traducciones como producto, son los colores en los que esa luz se refracta. La traducción no resta, suma. Un solo objeto lo vuelve varios objetos en los que se destaca una u otra propiedad. Así, las diversas traducciones de homero destacan o la historia, o la construcción en verso, o las cuestiones sociales y culturales, o cualquier elemento que al traductor en cuestión le haya tocado el corazón y el intelecto, y al cual se haya abocado a la hora de traducir. Así no tenemos un homero sino un colorido homero ADEMÁS del original.

Así, Bassnet en esta compilación traducida no es solo Bassnet, es Bassnet con todas sus distintas vivencias y momentos entrando en resonancia con los traductores en cada uno de sus artículos.
Para concluir, ya que estamos hablando de la colaboración en traducción, no quisiera dejar de mencionar el papel de la traducción como colaboradora de otras disciplinas e incluso de movimientos sociales, nacionalistas y postcolonialistas, como comunicadora, como reflejo de las relaciones de poder, como mecanismo de representación de identidades y de conquista o de resistencia. Me gustaría destacar la traducción como herramienta subyacente de manera unas veces más patente que otras en todos los intercambios sociales.

El trabajo diario de traducción y particularmente en este libro, me parece una representación a pequeña escala del papel de la traducción en el mundo como agente de colaboración, pues resulta, más allá de indispensable, intrínseco en la realización del fenómeno de comunicación.
Gracias a Martha por la invitación, a Bonilla Artigas por abrir el espacio y a ustedes por estar aquí.

Presentación de Reflexiones sobre traducción, de Susan Bassnett Mercedes Guhl


Presentación de Reflexiones sobre traducción, de Susan Bassnett
Mercedes Guhl

Conocí a Susan Bassnett en 1992, y en ese entonces, fuera de estar al tanto de que dirigía el centro de estudios de la traducción en una de las dos o tres universidades que ofrecían posgrados en traducción literaria en gran Bretaña, no sabía mucho más de ella. Yo acababa de presentar mi defensa de tesis de filosofía y letras, y había decidido darme un viaje por Inglaterra. Mi papá, preocupado por el futuro laboral de su hija, me hizo prometerle que aprovecharía el viaje para hacer averiguaciones de posgrados en traducción literaria. Tras dos años de trabajar en una editorial, entre el final de la carrera y la escritura de la tesis, yo tenía claro que quería trabajar en la industria del libro, específicamente en traducción.
Susan me recibió en su oficina de la universidad de Warwick y me dedicó el tiempo suficiente para hacerme una entrevista de admisión, sin que yo me diera cuenta. Yo estuve todo el rato convencida de ser yo quien hacía las averiguaciones sobre la universidad. No tenía idea en ese momento de que Susan era una de las protagonistas de eso que estaba por pasar a llamarse el giro cultural, cultural turn, en los estudios de la traducción.
Esto lo vine a tener claro unos años después, cuando finalmente pude ir a estudiar la maestría a Warwick. Tuve clases con Susan en un seminario que dictaban varios profesores. Para cuando llegué, el énfasis del centro educativo se había desplazado hacia los estudios culturales británicos, pero daba cabida a la traducción y a los estudios postcoloniales.
Por suerte, los parámetros de interés siempre fueron flexibles para permitir que esta colombiana, la única latinoamericana en todo el centro, encontrara temas de trabajo. Yo iba decidida a convertirme en una especie de insurgente en contra de las traducciones hechas en España. Recuerdo que en mi propuesta de investigación para esa maestría hablé de una especie de grito de independencia de América Latina en contra de la tiranía de las traducciones españolas. No tenía yo la menor idea de lo que me esperaba en Warwick. Esta latinoamericana, la única en todo el centro, estaba en el mismo grupo que cinco españoles, entre los cuales había una estudiante de doctorado en traducción de una universidad española, tres recién salidos de estudiar filología inglesa, y una recién egresada de traducción ya con algo de experiencia en la práctica, y todos ellos muy bien preparados. Esa confrontación con los españoles, con sus puntos de vista, las afinidades con ellos que resultaron evidentes cuando mis otras opciones eran estudiantes taiwaneses japoneses, italianos, o griegos fueron parte del giro definitivo que tuvo que dar mi propuesta inicial de tesis. La otra parte fue el entorno creado por Susan Bassnett y su equipo, y el énfasis deliberadamente cultural que se le daba a la discusión sobre traducción.
Este seminario que ella impartía me permitió pescar entre autores y teorías para encontrar lo que me interesaba: André Lefevere, Itamar Even-Zohar y su teoría de los polisistemas, Lawrence Venuti y su particular mirada a la invisibilidad del traductor moviéndose entre los extremos de la domesticación y la extranjerización. Hasta ese momento yo tenía la idea, compartida por muchos otros incluso hoy en día, de que una traducción es mala porque usa términos que yo no hubiera escogido o que no uso. Ésa era la base de lo que proponía como tesis: las traducciones hechas en España son malas porque dicen cosas como “ese tío gilipollas fue incapaz de ir a por pan”, cuando la mitad de los lectores no hablamos así, y en muchos casos tampoco entendemos a cabalidad fragmentos de estas traducciones. ¿La alternativa entonces sería traducir esa frase por algo como “Ese man se hizo el güevón y no fue por pan” o “Ese pinche güey ni quiso salir por birote”? Para ese momento, yo ya había pasado seis años trabajando en diversas etapas de la industria editorial colombiana, y sabía que ninguna de esas dos alternativas era “publicable” ni “distribuible” en el mercado latinoamericano, y que algo del tipo de “Ese tarado ni se molestó en salir por pan” hubiera sido mejor opción.
Durante la maestría bajo el ala de Susan Bassnett encontré los argumentos para desechar mi propuesta inicial: no es lo mismo una traducción mala que una traducción de alcance limitado. Esta última podrá resultar inadecuada para lectores fuera de su alcance específico, pero eso no la hace mala en sí. Yo había supuesto que mi trabajo de la maestría se enfocaría en proponer nuevas versiones de esas malas traducciones que yo denigraba. Pero el énfasis era más teórico que práctico, y eso me llevó a aprender algo que me ha resultado más útil: aprendí a construir un esquema para leer un original y a derivar una traducción a partir de éste. Pero más vale oírlo en palabras de Susan que en las mías:
“Lo que hace que la traducción sea diferente de otras formas de escritura es que siempre hay involucrado un proceso de lectura anterior a la escritura en sí”.
Estoy convencida de que la traducción es una de las formas de escritura, y por eso, considero que un programa de formación de traductores tiene que hacer énfasis en los procesos de lectura y escritura.
El sistema educativo en nuestros países se limita a dar los rudimentos básicos de lectura y escritura, esperando que, como una especie de semilla germinen en el alumno y florezcan y den fruto con apenas agua de riego. Mi propia experiencia enseñando traducción en Colombia y en México me ha mostrado que los alumnos necesitan mejorar su nivel de lectura, su capacidad de análisis e interpretación de un texto, y su redacción para poder traducir. ¿Acaso, cuando impartimos clases de traducción, les decimos a los estudiantes que para traducir un contrato o un menú de un restaurante, tienen que ser capaces de redactar un contrato o un menú en español? No, no lo hacemos muy a menudo.
Diría yo que uno de los pilares del trabajo de Susan Bassnett y de su aporte a la traducción, y no sólo a los estudios de la traducción, es esa definición de traducción como combinación de lectura y escritura, o como escritura a partir de una lectura. Pero me tardé años en llegar a ese lugar. No es que no lo viera claro desde un principio, sino que no me había percatado del nivel de lectura y de escritura que se requiere para traducir.
El otro pilar fundamental del trabajo de Susan Bassnett está relacionado con el contexto. Tomo otra cita suya de este libro para explicar:
“Los traductores no sólo tienen que traducir las palabras en una página sino el contexto ausente en el cual aparecen dichas palabras, el texto detrás del texto, por decir, si es que han de evitar los riesgos de la literalidad para crear algo digno de ser leído”.
Ese problema de la comprensión y traducción del contexto es algo en lo que se han centrado muchos de mis cursos y talleres. Si antes me quejé del nivel de lectoescritura, ahora es el momento de quejarme del método de enseñanza de lenguas extranjeras. El enfoque comunicativo, debía decir más bien el dichoso enfoque comunicativo o conversacional, ha coartado el camino hacia la lectura en la lengua que estamos aprendiendo. Lo importante es llegar a un nivel básico de expresión para poder comunicar lo que sale de uno. Poca importancia se le da a la inmersión en la lengua y la cultura que resulta de leer en esa lengua, o a lo que uno pueda aprender en cuanto a modelos de expresión a través de la lectura. Confieso que conozco personas que han llegado a un alto nivel de competencia lingüística a través de la lectura, y que oírlas hablar en esa lengua extranjera es como abrir un libro y leer un diálogo. Su expresión es libresca, un poco acartonada. Pero esas personas son capaces de leer un original y entenderlo, porque sus lecturas las han familiarizado con la retórica, las figuras, el estilo argumentativo y el contexto. Están mucho mejor preparadas para traducir que una persona que ha aprobado toda una serie de cursos de enfoque comunicativo, que se defiende perfectamente bien en una entrevista de trabajo o en presentación una junta, pero que jamás se ha enfrentado a un artículo periodístico, a un documental, o una obra literaria en esa segunda lengua. Debido a todo esto, soy una firme defensora del uso de la traducción como método didáctico en la adquisición de una lengua extranjera, sobre todo para traductores.
Volviendo a mi desechado proyecto de tesis de maestría, esas traducciones españolas que yo etiquetaba como malas simplemente sufrían de un problema de contexto, pero no necesariamente podía culpar uno a sus traductores de no saber leer o escribir. Ese cambio de perspectiva me permitió volverme a acercar a lo español sin las reservas que durante muchos años me produjo. Además, llegue al convencimiento triste y pragmático a la vez de que más vale una traducción no tan buena, o inadecuada, que un texto indescifrable del cual no existe traducción. A pesar de estos descubrimientos, mi tesis sí se centró en mejorar una traducción existente: la censurada y recortada versión de 1984 de Orwell publicada en pleno apogeo franquista. Hasta ese entonces, no existían otras traducciones al español.
Para seguir con las anécdotas personales, algunos años después de terminar la maestría, regresé a Warwick a presentar una ponencia en un congreso. En esos años había montado una serie de cursos de traducción a nivel de licenciatura, y dos de mis exalumnos estaban viviendo en Inglaterra para ese momento. Me encontré con ellos en Londres, y de allí viajamos a la universidad Warwick para el congreso. Obviamente, busqué la oportunidad de saludar a Susan, y de que mis alumnos la conocieran. Al saludarlos, dijo algo que para mí resultó completamente inesperado: “si ustedes fueron alumnos de Mercedes, y ella fue alumna mía, ustedes entonces vienen a ser algo así como mis nietos”. Hubo foto, por supuesto, y sonrisas y abrazos, y yo me sentí tremendamente orgullosa. Ese es el tipo de maestra a mí me gustaría ser: una que pone a pensar, que apunta a caminos que llevan a soluciones, que siembra y sabe esperar a ver si la semilla germina.
Esto fue hace 18 años. Sigo en contacto muy esporádico con Susan, a quien le escribo cuando tengo algo que vale la pena contarle. Entre paréntesis les cuento que también sigo en contacto con esos dos antiguos alumnos.
Este libro “de reflexiones sobre traducción” ha sido un fabuloso reencuentro con Susan. Allí está su agudeza y también su sentido del humor, su extenso conocimiento de la historia de la traducción en Gran Bretaña y su recursividad a la hora de analizar una traducción o de proponer una propia. Uno de los problemas de los libros sobre traducción es que son tremendamente difíciles de traducir. Los ejemplos que utilizan, la red de presupuestos y el contexto en el que se apoyan son aspectos difíciles y prácticamente imposibles de traducir. Esto ha llevado a que, como decía Sergio Bolaños, profesor y colega mío en la Universidad Nacional de Colombia, en su tesis de doctorado, citando a F. Rener, los estudios de traducción vienen a ser “una especie de archipiélago constituido por muchas islas y ningún puente. Cualquier desarrollo de esta disciplina en una lengua dada queda circunscrito a una de estas islas apartadas y sin comunicación con las demás.”  No sucede con frecuencia que las teorías de la traducción salten por encima de las fronteras lingüísticas con facilidad. Susan Bassnett es una de las personas que ha contribuido a difundir teorías de otras lenguas. Y Martha Celis y todo su equipo de traductores construyeron un puente entre islas que nos permite asomarnos en español a esta mirada tan británica y europea de Susan Bassnett. Soy una lectora implacable a la hora de juzgar una traducción y verdaderamente quiero felicitar a todo el equipo que trabajó en este libro. Por una parte, lograron que, a pesar de que son muchos los traductores, el estilo y la voz de Susan se perciban como un hilo común a todos los artículos del libro. Por otro lado, pudieron enfrentarse a los ejemplos y salir airosos de los retos que planteaban para traducirlos. Retomando lo que decía antes sobre los pilares de los aportes de Susan Bassnett, aquí tenemos una traducción en la que el ejercicio de lectura y reescritura se llevó a cabo exitosamente y el contexto se recuperó para estos lectores del otro lado del Atlántico y de otra lengua. He coordinado equipos mucho más pequeños para traducir libros y sé lo que implica esa tarea. Es por eso que quiero felicitar a todos y cada uno de los traductores que participaron en este libro, y muy especialmente a Martha por la tarea de llevar el timón y establecer los parámetros para alcanzar el nivel que tiene esta traducción.
Por último, quiero agradecer también que me hubieran invitado hacer esta presentación, con lo cual tuve una excusa maravillosa para darme un viaje al pasado y al mismo tiempo leer este libro. Los invito a ustedes también a dejarse llevar por la mano de Susan para adentrarse en dilemas interesantes de traducción, que muy probablemente los lleven a contemplar y pensar de otra manera en su quehacer traductivo, ya sea que enseñen, investiguen o traduzcan.
¡Muchas gracias!

México, junio de 2018


A little bird I am / Un pajarillo soy Louisa May Alcott (1832-1888) MCV

Fotografía © Martha Celis. 2019 A little bird I am Louisa May Alcott (1832-1888) A little bird I am, Shut from the fields of ai...